La resiliencia es la capacidad de enfrentar la adversidad, identifica si tu hijo la está desarrollando bien.
Todos los seres humanos tenemos el potencial de la resiliencia, es decir que podemos desarrollar la capacidad de afrontar las situaciones adversas y sobrevivir en las condiciones más difíciles.
No todas las personas han desarrollado esta capacidad, y muchas ni siquiera saben que son capaces de hacerlo, pero todas podemos lograrlo si nos decidimos y lo ponemos en práctica. En la infancia es mucho más fácil aprender a desarrollarla, pues cuando algo lo aprendemos desde pequeños, se nos hace más natural mantenerlo y reforzarlo en la vida adulta, que cambiarlo.
Identifica la resiliencia de tu hijo
Para identificar si tu hijo está desarrollando esta capacidad, pon atención en las siguientes características, presentes en todas las personas que la han desarrollado:
- Le gusta su vida diaria
- Aprende cosas nuevas después de un evento doloroso
- Le da sentido a los eventos dolorosos
- Sabe controlar sus miedos
- Mantiene un estado de alerta (por ejemplo, en la calle)
- Piensa y se expresa ordenadamente (no revuelve ideas)
- Expresa su estado de ánimo de forma correcta
- Tiene un vínculo emocionalmente sano con su familia, amigos y mascotas
- No siente culpa después de vivir alguna situación difícil
- Busca una buena relación entre su vida personal, familiar, social y natural
- Piensa en el futuro de forma positiva
Cómo cultivar la resiliencia
Si tu hijo muestra un déficit en las características importantes, puedes ayudarle a mejorar con los siguientes trabajos:
- Formar un círculo de amistades. Tu pequeño, como todos, es un ser social, y necesita relacionarse amistosamente con su entorno para desarrollarse como ser humano.
- Trabajar el pensamiento constructivo. Es normal que los niños pequeños tengan reacciones violentas cuando sienten frustración, pero tú tienes la responsabilidad de enseñarle a que sus sentimientos más difíciles también le ayuden a construir (el enojo no sólo puede causar destrucción, también es un buen motor de cambio social, por ejemplo).
- Desarrollar metas y objetivos. Enséñale que no todo se tiene que hacer porque sí, sino que también puede hacerlo para lograr un fin (comer no sólo por comer, sino para estar vivo, por ejemplo).
- Aceptar la realidad. Los niños buscan refugio en la fantasía y el mundo imaginario, eso está muy bien, pero asegúrate de que las cosas de la imaginación se queden en su lugar y no invadan la realidad.
- Actuar ante la adversidad. Enséñale a no quedarse paralizado ante una situación difícil; enséñale a que tome acción comenzando con cosas pequeñas: si algo se cae, que lo levante; si rompe algo, que lo repare o lo reponga con sus domingos; si ensucia algo, que limpie; después puedes pasar a cosas más complejas.
- Confiar en uno mismo. Cuando esté en un proyecto, anímale a que lo termine y crea en sí mismo.
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