Antes que nada, nunca le pegues a tu hijo. Sabemos que a veces estás al límite de paciencia, que se acumulan los problemas y el estrés aumenta considerablemente, y entonces es muy fácil explotar y desquitarte con tu hijo.
Pero así como no explotaste con los demás, también puedes elegir no hacerlo con tu pequeño. Él no es culpable de las dificultades que estás atravesando, así que debes respirar profundamente y pensar en que no es justo desquitarte con él, y que nunca, nunca, nunca debes pegarle.
¿Por qué es malo pegarle?
Además de que le causas dolor y le generas un sentimiento de desconcierto (¿Por qué me pegas? Yo no tengo la culpa), existen otras razones por las cuales no debes hacerlo:
Demuestras no tener el control. Los padres deben tener el control de la situación, es decir que deben guiar al niño y mostrarle cuáles son los comportamientos aceptables y cuáles no. Si le pegas a tu hijo, le estás diciendo que no sabes qué hacer, y eso lo llevará a pensar que tu autoridad es débil.
No le estás enseñando nada. Si le pegas, le estás transmitiendo la idea de que a golpes se puede solucionar todo, en lugar de enseñarle a dialogar y buscar la forma de lograr acuerdos con los demás. Busca el momento adecuado para hablar con tu hijo.
Violencia engendra violencia. Al pegarle a un niño le estás enseñando que pegarle a los niños o a otras personas, es normal. Muchos niños que golpean a otros en la escuela, son víctimas de violencia en sus propios hogares. Decirle a tu hijo: "Aunque yo te pegue tú no debes hacer lo mismo" no sirve de nada, sólo le estarás enseñando hipocresía.
Afectas su identidad. El maltrato infantil deja huellas permanentes en la personalidad de tu hijo, no siempre son visibles y además es difícil identificar si nuestros propios defectos de personalidad se deben a un golpe o maltrato recibidos en la infancia o a otra cosa, por lo mismo es complicado eliminar tales defectos.
Es delito. Además de todo lo anterior, pegar a un niño está penado por la ley.
Una buena educación no incluye golpes ni maltratos, sino comunicación y enseñanza honesta de los valores y creencias de la propia familia.
Fuente: www.unicef.org, www.bebesymas.com
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