Los tiempos modernos (o como algunos les llaman, posmodernos) nos hacen vivir rodeadas de aparatos a toda hora, incluso al ir a la cama. Esta omnipresencia de la tecnología se la estamos inculcando a nuestros hijos, y ya casi no son capaces de imaginar un momento de su vida sin ella.
Se ha generalizado el uso de celulares, tablets, videojuegos portátiles y otros dispositivos no sólo en las horas previas al sueño, sino durante el paso de la vigilia al reposo, y este uso perjudica la calidad del descanso y la cantidad de tiempo que el niño pasado durmiendo, provocando una reducción en la capacidad de hacer frente a las situaciones del día, como la escuela y el juego.
Es necesario que abandonemos el hábito de estar frente a un aparato electrónico al ir a la cama, recuperar el control de estos aparatos en vez de dejar que sean los pequeños quienes decidan y buscar alternativas más adecuadas para llevarlos al sueño. Los aparatos deben apagarse al menos una hora antes de ir a dormir, pues su uso repercute directamente sobre la calidad del sueño.
La luz que recibe el ojo le indica al cerebro que debe mantenernos despiertos, y el organismo deja de producir la melatonina necesaria para dormir correctamente. Esta hormona necesita oscuridad para producirse y ajustar el reloj biológico. La reducción de la luz (al anochecer), le sirve al cerebro para iniciar los procesos para ir a dormir. Usar aparatos de pantalla luminosa retrasa el inicio de estos procesos, desajustándolos. Ésa es la razón por la que a veces al despertar, se siente como si no hubieras dormido nada.
La mejor forma de mejorar la calidad del sueño de los niños, y también la tuya, es recuperar la lectura (en papel, no en digital), pero también sirven los juegos de construcción, pues permiten la producción normal de melatonina, especialmente si se hacen con una luz tenue.
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