No trates de convencer a tu hijo de que lea, pues sería igual a querer convencerlo de que se tome una nieve de limón o de que juegue con sus juguetes: no es necesario convencer, el postre y el juego son placeres que los niños hacen con gusto, y lo mismo va para la lectura.
Un niño disfruta de un helado porque sus papás se los han dado, le gustan los carritos porque sus papás le han obsequiado estos juguetes. Si a su papá le gusta el futbol, a tu hijo también le gustará; si a ti te gusta cantar, a tu hija o hijo le gustará cantar. La mayoría de los intereses de los niños, los tomará de sus papás o de otros modelos a seguir (tíos, hermanos, maestros y compañeros).
Será un poco difícil que tu hijo adquiera el gusto por la lectura si tú misma o su papá, no disfrutan de ella.
Por placer o por curiosidad
Los niños son curiosos y tienen una gran hambre de conocer, aprovecha esta característica natural de tu hijo, fomenta su curiosidad y acércalo a la lectura.
Si tu hijo te ve con un libro en la mano, seguramente te va a preguntar qué es eso que tienes ahí, y si estás abierta a responder, te pedirá más y más explicaciones. Responde a todas ellas, explícale lo que es un libro, su valor y su importancia, cómo puede ser un viaje a mundos desconocidos, a aventuras emocionantes.
Si leer es tan bueno, ¿por qué no lo haces tú?
No importa cuánto le insistas a tu hijo sobre la importancia de leer, si no te ve a ti haciéndolo, difícilmente adquirirá el hábito.
Si no lees mucho, haz el firme propósito de comenzar. Puedes iniciar con un libro al mes; no tiene que ser un libro gigantesco como Crimen y Castigo o La Guerra y la Paz, puedes comenzar con libros pequeños, como los cuentos de Edgar Allan Poe y Horacio Quiroga, que puedes disfrutar en tus ratos libres. Cuando comiences a hacerlo, descubrirás que hay un sinfín de aventuras por vivir en esas páginas, y tu hijo aprenderá a través de ti.
"Leer es importante" vs. "Leer es un placer"
Claro que leer es importante, nos ayuda a nuestro desarrollo en muchos sentidos, pero si sólo así le enseñas a tu hijo a acercarse a los libros, es más que probable que se canse y les tome cierto disgusto.
En la escuela, la lectura es tratada como una tarea más, un medio para obtener un fin (leer un capítulo para pasar el examen), y muy rara vez como un fin en sí misma (leer por gusto).
Sin moraleja
Un cuento con moraleja, normalmente en forma de fábula, sólo provocará el rechazo de tu hijo pues se dará cuenta de que el relato tiene un objetivo: enseñarle algo (y siempre la misma cosa: a portarse bien) en vez de ejercitar su imaginación.
En cambio, los cuentos clásicos son mucho más interesantes para niños y adolescentes, porque no tratan de dar una lección sino sólo de contar una aventura emocionante y llena de peligros. Hansel y Gretel deben arrojar a una anciana a un horno para escapar con vida; en "Caperucita Roja", un lobo devora a la abuela de la protagonista; las hermanastras de la Cenicienta se cortan los dedos para intentar ponerse el zapato de cristal y casarse con el príncipe.
¡No te preocupes! Aunque hay un nivel de violencia relativamente alto, sobre todo si lo comparas con las películas, tu hijo no corre el riesgo de imitar las acciones de los personajes, pues el placer que encontrarán en ellos no es el de imitar sino el de experimentar una aventura emocionante.
Pero debes hablar con él. Estos cuentos resultan muy educativos pero no por una moraleja, sino porque te darán la oportunidad de platicar con tu hijo sobre lo que han leído y responder a todas sus dudas sobre la envidia, el amor, la belleza, el bien y el mal.
Descubre con tu hijo el incomparable placer de leer, conozcan juntos los clásicos de la literatura infantil y juvenil, sumérjanse en esos mundo y vivan las más memorables aventuras.
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