Es muy extraño pero, sí, los sabores picantes son percibidos por los receptores de dolor que tenemos en la lengua. En otras palabras: picante es dolor. Es por esa razón que a muchas personas no les agradan los alimentos picantes, del mismo modo que no toleran la menor causa de dolor, por muy pequeña que sea.
El sabor picante del chile se debe a la capsaicina, que es el principal de sus componentes. La capsaicina nos hace ponernos rojos, nos enchila, pero también nos ayuda a aliviar el dolor (excepto el de la lengua). Una remedio popular para esta sensación, es beber agua, pero en realidad no ayuda, pues la molécula de la capsaicina no se disuelve en el agua; para quitar el sabor, ayudan los lácteos, el aceite de oliva o una rebanada de pan.
Pero, entonces, ¿por qué nos gusta?
Por raro que pueda parecer, hay quien disfruta de los efecto del chile: sudoración, lagrimeo, irritación. Pero así como a casi todas nos gustan las películas de terror, podemos disfrutar de una comida picante sin el riesgo de quemarnos de verdad.
El picante es más atractivo para las personas que disfrutan de abrirse a nuevas experiencias, aceptan los retos que se les ponen enfrente, buscan variedad en su vida y no se conforman con una vida sin aventuras y emociones.
¿Por qué te gusta el picante? Seguramente es porque eres así, atrevida y le pones sabor a la vida.
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